Por Liliana Ospina
LANSING, MICHIGAN(LATMITV)- Dos científicos de la Universidad Estatal de Michigan están utilizando una subvención 2 millones de dólares por cuatro años del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre para comprender mejor el vínculo entre la obesidad y la demencia.
Anne Dorrance, profesora asociada, y William Jackson, profesor, ambos del De-partamento de Farmacología y Toxicología, están explorando por qué las perso-nas con sobrepeso desarrollan demencia a un ritmo más rápido que sus pares más saludables.
Para hacer esto, Dorrance y Jackson han desarrollado un modelo enfocado en la obesidad de por vida y probarán si un medicamento existente aprobado por la FDA podría retrasar el deterioro cognitivo asociado con la demencia.
«Parece que la relación entre el peso de alguien cuando tiene 70 u 80 años y la demencia no es importante, pero el peso si lo es, a medida que pasa la me-diana edad», dijo Dorrance.
«Si eres obeso hasta la edad madura, sucede algo que pone a tu cerebro en una trayectoria para desarrollar demencia. Creemos que el sobrepeso cambia la for-ma en que las arterias del cerebro se contraen y se dilatan. Esto, a su vez, cambia la cantidad de flujo sanguíneo y, por lo tanto, la energía que recibe el cerebro».
El equipo está utilizando un modelo con ratas, especialmente desarrollado para examinar los cambios en las arterias cerebrales que ocurren con la obesidad. En el modelo obeso, las arterias cerebrales no se dilatan de la misma manera que lo hacen en una rata delgada, lo que puede significar una disminución del flujo sanguíneo, una función neuronal deteriorada y el desarrollo de la memo-ria.
«Una de las cosas que sabemos sobre la población obesa es que su flujo sanguí-neo cerebral es menor que el de los pacientes no obesos y parece que su capa-cidad para aumentar el flujo sanguíneo a las regiones activas del cerebro se ve afectada», dijo Dorrance.
La pregunta es por qué la dilatación disminuye y cómo puede tratarse.
«Lo que intentamos entender con esta subvención es lo que hace que las arte-rias no funcionen correctamente», dijo Jackson.
Los dos están buscando una hormona específica producida por la glándula supra-rrenal llamada aldosterona. La hormona ha sido involucrada en enfermedades cardiovasculares, especialmente en pacientes que tienen presión arterial alta, o son hipertensos. Sin embargo, las personas obesas tienen niveles circulantes más altos de aldosterona, independientemente de si son hipertensos o no.
En trabajos previos, Dorrance y Jackson han demostrado que al bloquear el re-ceptor de aldosterona, pueden mejorar la estructura y la función de los vasos sanguíneos del cerebro en modelos hipertensivos.
«Lo que esperamos demostrar es que lo mismo es cierto en el modelo obeso: si tratamos a las ratas obesas con un fármaco que bloquea las acciones de la al-dosterona, obtendremos una mejor dilatación», dijo Dorrance.
«Podremos observar los déficits conductuales y cognitivos y ver si el fármaco funciona».
Jackson agregó que debido a que los medicamentos que están probando ya están aprobados por la FDA y han existido por algún tiempo, ya no están patentados y están disponibles como genéricos, lo que podría reducir significativamente los costos para los pacientes en el futuro.
Ambos investigadores también indicaron que, aunque esperan que sus hallazgos puedan conducir a terapias que pueden retrasar la progresión de la demencia, no esperan que los tratamientos reviertan el daño neuronal que ya se ha hecho.
«Mientras que el cerebro humano adulto puede generar nuevas neuronas, tiene una capacidad relativamente limitada en muchas de sus regiones», dijo Jackson. «Nuestro objetivo es detener el daño antes de que eso suceda».