Washington D.C- A partir de este jueves, Estados Unidos ha comenzado a aplicar una serie de aranceles más elevados a productos importados desde más de 60 países, en lo que representa una de las medidas comerciales más amplias en años. La decisión, impulsada por el gobierno federal, busca fortalecer la economía nacional mediante la protección de industrias locales, aunque ya ha generado tensiones diplomáticas y preocupaciones económicas.
Entre los países afectados se encuentran miembros de la Unión Europea, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Vietnam, Bangladesh e India. Las tarifas varían entre el 15% y el 50%, dependiendo del país y del tipo de producto. En el caso de India, el aumento responde a su decisión de continuar comprando petróleo ruso, lo que ha sido interpretado como una violación de las sanciones impuestas por Estados Unidos.
Poco después de la medianoche del jueves, el presidente Trump publicó en sus redes sociales: «¡¡¡ES MEDIANOCHE!!! ¡MILES DE MILLONES DE DÓLARES EN ARANCELES FLUYEN HACIA ESTADOS UNIDOS AHORA!».
La administración estadounidense sostiene que estas medidas permitirán recuperar empleos, atraer inversiones y reducir la dependencia de productos extranjeros. Sin embargo, los primeros efectos económicos han comenzado a manifestarse. Según analistas expertos, el ritmo de creación de empleo se ha desacelerado, la inflación muestra signos de repunte y el mercado inmobiliario ha registrado caídas en el valor de las viviendas.
En el ámbito internacional, varios gobiernos han expresado su descontento. Suiza convocó una reunión de emergencia tras no lograr frenar un arancel del 39% sobre sus exportaciones. India calificó las nuevas tarifas como injustas, mientras que la Unión Europea ha optado por postergar cualquier represalia inmediata, aunque mantiene abierta la posibilidad de responder en los próximos meses.
La legalidad de los aranceles también ha sido cuestionada, ya que se han implementado bajo una ley de emergencia económica de 1977, lo que ha generado críticas entre legisladores y expertos en comercio. A pesar de ello, el gobierno estadounidense se muestra firme en su postura, asegurando que estas acciones son necesarias para proteger los intereses nacionales.
“Lo único que podría detener la grandeza de Estados Unidos sería un tribunal de izquierda radical que quiera ver fracasar a nuestro país”, agregó el mandatario en sus redes sociales.
El impacto total de esta política aún está por verse, pero analistas advierten que podría tener consecuencias duraderas en el comercio global y en la economía doméstica. Mientras tanto, empresas y consumidores comienzan a adaptarse a un nuevo escenario marcado por mayores costos y una creciente incertidumbre.